Leo estaba conversando con un antiguo amante. Uno de los pocos que la seguían hablando.

- Sí, de verdad, te debo una. La próxima vez que te vea por ahí te invito a una copa. - Leo se quedó suspensa con un enorme sentimiento de culpa - Mierda, no recuerdo qué bebes, lo siento.

- Vodka con naranja....

- Ah, ya lo recuerdo - dijo Leo satisfecha de recordar el momento en que decidió que no odiaría la naranja nunca más. Se río animada.

Al día siguiente Leo leía en su cama cuando, de repente, tuvo una regresión. Volvió al momento en que sus labios degustaban la naranja y disfrutaba del calor de una boca ajena. Cayó en la cuenta de que la boca que ella recordaba no era la de él.

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