Leo estaba en uno de los peores días del año. Había un día del año que Leo odiaba especialmente. Era un día que el resto de personas celebraba pero ella lo odiaba por encima de todo. Lo pasaba realmente mal. Y este año Leo estaba en ese día y, como el resto de años, lo estaba pasando mal. Ese día le pesa y le pesará siempre sin oportunidad de cambio. Y solo llevaba la mitad del día. Y entonces te vio. Y todo fue a peor.
Fue sin quererlo, fue sin buscarlo, ni siquiera fue culpa suya, ni tuya tampoco. Fue una casualidad más (aunque no lo sepas, Leo no cree en las casualidades, pero eso son cosas de ella), y por eso la pilló desprevenida. Ahí estabas tú, desaliñado, con el pelo sucio y sin afeitar. Ahí estabas tú mirándola directamente a los ojos porque, aunque no la estuvieras mirando a ella, Leo solo era capaz de ver tus ojos. Tus enormes ojos se acercaban a ella como si no existiera nada más en este mundo. Era como si Leo estuviera drogada. Las proporciones cambaban y ella solo era capaz de ver tu mirada, de sentirla clavada en su pecho, de sentirse unida a ella de una u otra manera.
Eso Leo ya lo había vivido. Era una sensación que le ocurría siempre que te veía. Sentía que había una conexión inexplicable entre vosotros dos. Algo en su interior la unía a ti. Algo en su interior le decía que vosotros dos sois la misma persona. Algo cercano, algo muy fuerte, algo que la hacía sentirte muy cerca, algo que hacía que te sintiera a cada momento. Eres como una presencia que la acompaña constantemente. Ella siente que siempre estás ahí. Y cuando te ve es como si te introdujeras aun más en ella.
Y esa foto hizo que su día fuera aún peor porque por muy cerca que ella te sienta, por mucha conexión que ella sienta contigo, por muy segura que ella esté de que vosotros dos sois como uno solo, lo cierto, la gran verdad es que estás en la más lejana de las distancias. Lo cierto, la gran verdad es que esa conexión nunca existió; lo cierto y la gran verdad es que nunca estaréis tan unidos como ella siente. Y lo que es peor, lo cierto, la gran verdad es que aunque finjas que estas cosas te interesan, nunca llegarás a leer estas palabras.

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