Leo apareció un día vestida como una bruja. Recuerdo la primera vez que la vi en la universidad. Era mi primer día y ella ya estaba en tercero. Apareció solemne, con un vestido negro de falda hasta los pies y manga larga, llevaba un sombrero negro de ala ancha. Parecía una bruja con todas las letras. Paseaba por los jardines de la universidad seria, nunca se reía ni sonreía a nadie. Jamás te dirigía la palabra y caminaba muy despacio, como si estuviera pensando cosas muy importantes. Cuando te cruzabas con ella, te miraba de arriba a abajo, fría, distante, quería que pensaras que te estaba perdonando la vida. Durante ese año no la vi hablar con nadie. Siempre iba sola, de negro, con vestidos que parecían hechos por menonitas, portando libros que bien podrían ser de hechizos o de brujería o de vete a saber qué. Creo que lo hacía para intimidar. Lo hacía a sabiendas que la gente decía que era una bruja. Todo el mundo la conocía. El año antes ya era muy famosa en la facultad, pero cuando le dio por vestir así - cosa que, al parecer, fue de la noche a la mañana- todo aquel que no supiera quién era Leo, empezó a interesarse por ella. Al año siguiente, el primer día del nuevo curso, apareció vestida totalmente diferente. Vino a clase vestida como M.I.A. Todo sudaderos anchas de colores, collares de oro, zapatillas de deporte y gafas de sol llamativas.

Virginia, compañera de universidad de Leo.

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