Leo tenía la fea costumbre de mentir. Mentía siempre que podía. No se daba cuenta, simplemente, lo hacía. No tenía maldad, no quería hacer daño a nadie, solamente, le salía. Ya hemos hablado con anterioridad de las mentiras de Leo, pero es que cada vez miente más. Lo hace porque puede, esa es la razón. No hay otra.
Pero tan fácil es para ella mentir como para mí saber que lo está haciendo. Es muy sencillo saberlo, solo hay que escucharla y prestar un poco de atención. Yo os enseño. Siempre repite las mismas fórmulas. Tiene frases hechas, de películas o inventadas, que siempre repite sistemáticamente. Por ejemplo, cuando se encuentra con alguien por la calle, miente. Es fácil saberlo, siempre dice lo mismo. Si te encuentras con Leo y te dice «no sabía si eras tú o no, he pensado "es, no es, es, no es" y me daba cosa acercarme por si no eras tú». Miente. Si dice «es, no es, es, no es» significa que os ha visto, que sabía perfectamente que érais vosotros, que no le cabía ninguna duda, pero no le salía de las santas narices saludar. Sencillo, ¿verdad?
Sin embargo, otras veces pasa que Leo se muere de ganas de ver a alguien. A veces tiene tantas ganas de ver a alguna persona que se imagina un encuentro fortuito en cualquier momento. Pasea por la calle pensando que en cada esquina, en cada paso de cebra, en cada portal, va a ver a esa persona a quien se muere por ver. Puede pasarse horas enlazando encuentros, aquí, allí, allá. Se muere de ganas de ver a alguien con quien no se encuentra. Tiene tangas ganas de ver a alguien que aprieta. Aprieta los dientes, aprieta las manos, aprieta los dientes, aprieta el cuerpo y, sobre todo, la mente. Leo cree que si deseas algo con todas tus fuerzas, y aprietas, se puede hacer realidad.

No hay comentarios: